Alla por el año 1992, justo al finalizar
los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, es decir, hace más de 25 años, el Club Natación
Metropole cuya presidencia ostentaba en aquellos momentos, todo un icono del club,
Arturo Lang-Lenton, tenía que tomar una difícil decisión, nada más y nada menos
que buscar el relevo al legendario Quique Martínez (+), que ya había anunciado
que después de los Juegos, donde había estado una vez más como entrenador del
equipo olímpico español, se jubilaría del borde la piscina.
Menuda papeleta para los dirigentes
del club que, a pesar de recibir presiones y ofertas de variada procedencia,
nacional e internacional, tomaron una valiente decisión: Confiar “en los entrenadores
de la casa” en palabras del propio Arturo.
Y así fue como la brillante y densa
herencia de Quique pasó a ser gestionada por un grupo de jóvenes entrenadores,
que habían sido primero, nadadores del club a las ordenes del propio Quique y
que después de colgar el bañador empezaron a dar sus primeros pasos técnicos a la
sombra del maestro.
Ese bagaje adquirido seguro que fue
lo que animó a este grupito de entrenadores canarios a dar el paso al frente
con ganas y motivación, y de esta manera Juan Rafael Machado, José Blanco
(Cote), Fátima Campos y Saro Lang- Lenton asumieron ese relevo técnico con la ilusión
de mantener el brillante palmarés de un club que había marcado toda su trayectoria
deportiva y personal.
Es verdad que no fue un camino de
rosas. Recibieron críticas de todo tipo, algunas de “rasquera” y otras porque
en algunas latitudes no se entendía mucho el carácter y la forma de ser
canaria, buscando oportunidades para entrenadores foráneos, pero lo que nadie les
puede negar es su trabajo y su aportación al engrandecimiento del Metropole, desde
diferentes frentes.
Aunque con el tiempo Saro se pasaba
a saltos y Machado pasaba a labores de gestión, Cote y Fátima seguían al borde
de la piscina, donde hicieron de todo, con los alevines, con los infantiles,
con los junior, con los absolutos, con la Escuela, fines de semana, vacaciones,
etc., donde hiciera falta allí estaban ellos intentando mantener la ilusión de los
jóvenes nadadores, haciendo de entrenadores pero también de padres, de madres,
de delegados, lo que hiciera falta para ayudar
a su club y a la natación canaria. Ese es su gran mérito y nadie se lo podrá
quitar, ahora que llegó el momento de su jubilación.
Y además eran solidarios, cada uno
desde su parcela, y eso lo pueden decir los compañeros que iban a buscar un espacio
para entrenar por tener problemas con su piscina. Ellos buscaban el sitio y si hacía
falta se “apretaban” para que otros clubes pudieran entrenar o dejando las piscinas
para las competiciones de todos los clubes o colaborando con la Federación en
sus actividades y todavía tenían tiempo de apoyar a los demás desde a la Asociación
Nacional de Entrenadores.
Sea como sea y a pesar de las
criticas el Club Natación Metropole siguió adelante en su trayectoria deportiva
con sus altibajos lógicos, pero que después de tantos años todavía sigue el club
clasificado entre los 10 primeros de España, como se demostró en el último campeonato
de invierno, algo que no pueden decir todos los clubes que compartían clasificación
con el Metropole de aquellos años 92 y 93 y eso dice algo.
Ahora que les ha llegado a ellos el
momento de la jubilación solo queda darles la enhorabuena y desearles lo mejor,
que ya se acabó el estrés de las competiciones, de los fines de semana ocupados,
de las vacaciones, de esos viajes que algunos piensan que son de recreo, etc. Guste
o no guste, ahí queda la labor de todos estos años, más de 25 y alguien lo tenía
que decir. A disfrutar compañeros.