sábado, 19 de enero de 2019

EN EL ADIÓS A UNA ETAPA


Alla por el año 1992, justo al finalizar los Juegos Olímpicos de Barcelona’92, es decir, hace más de 25 años, el Club Natación Metropole cuya presidencia ostentaba en aquellos momentos, todo un icono del club, Arturo Lang-Lenton, tenía que tomar una difícil decisión, nada más y nada menos que buscar el relevo al legendario Quique Martínez (+), que ya había anunciado que después de los Juegos, donde había estado una vez más como entrenador del equipo olímpico español, se jubilaría del borde la piscina.

Menuda papeleta para los dirigentes del club que, a pesar de recibir presiones y ofertas de variada procedencia, nacional e internacional, tomaron una valiente decisión: Confiar “en los entrenadores de la casa” en palabras del propio Arturo.
Y así fue como la brillante y densa herencia de Quique pasó a ser gestionada por un grupo de jóvenes entrenadores, que habían sido primero, nadadores del club a las ordenes del propio Quique y que después de colgar el bañador empezaron a dar sus primeros pasos técnicos a la sombra del maestro.
Ese bagaje adquirido seguro que fue lo que animó a este grupito de entrenadores canarios a dar el paso al frente con ganas y motivación, y de esta manera Juan Rafael Machado, José Blanco (Cote), Fátima Campos y Saro Lang- Lenton asumieron ese relevo técnico con la ilusión de mantener el brillante palmarés de un club que había marcado toda su trayectoria deportiva y personal.
Es verdad que no fue un camino de rosas. Recibieron críticas de todo tipo, algunas de “rasquera” y otras porque en algunas latitudes no se entendía mucho el carácter y la forma de ser canaria, buscando oportunidades para entrenadores foráneos, pero lo que nadie les puede negar es su trabajo y su aportación al engrandecimiento del Metropole, desde diferentes frentes.
Aunque con el tiempo Saro se pasaba a saltos y Machado pasaba a labores de gestión, Cote y Fátima seguían al borde de la piscina, donde hicieron de todo, con los alevines, con los infantiles, con los junior, con los absolutos, con la Escuela, fines de semana, vacaciones, etc., donde hiciera falta allí estaban ellos intentando mantener la ilusión de los jóvenes nadadores, haciendo de entrenadores pero también de padres, de madres, de delegados, lo que hiciera falta para  ayudar a su club y a la natación canaria. Ese es su gran mérito y nadie se lo podrá quitar, ahora que llegó el momento de su jubilación.

Y además eran solidarios, cada uno desde su parcela, y eso lo pueden decir los compañeros que iban a buscar un espacio para entrenar por tener problemas con su piscina. Ellos buscaban el sitio y si hacía falta se “apretaban” para que otros clubes pudieran entrenar o dejando las piscinas para las competiciones de todos los clubes o colaborando con la Federación en sus actividades y todavía tenían tiempo de apoyar a los demás desde a la Asociación Nacional de Entrenadores.
Sea como sea y a pesar de las criticas el Club Natación Metropole siguió adelante en su trayectoria deportiva con sus altibajos lógicos, pero que después de tantos años todavía sigue el club clasificado entre los 10 primeros de España, como se demostró en el último campeonato de invierno, algo que no pueden decir todos los clubes que compartían clasificación con el Metropole de aquellos años 92 y 93 y eso dice algo.
Ahora que les ha llegado a ellos el momento de la jubilación solo queda darles la enhorabuena y desearles lo mejor, que ya se acabó el estrés de las competiciones, de los fines de semana ocupados, de las vacaciones, de esos viajes que algunos piensan que son de recreo, etc. Guste o no guste, ahí queda la labor de todos estos años, más de 25 y alguien lo tenía que decir. A disfrutar compañeros.